Los Zopilotes levantan sus alas y, en tiempo extra, obtienen un sufrido triunfo de 30-24 ante los Myrmidons
Las gradas del Velódromo Olímpico vibraron, la algarabía fue total pues fueron testigos de uno de los mejores juegos que se han disputado en la temporada. De inicio lento, pero con paso seguro y arrollador; una auténtica montaña rusa de emociones que nos regalaron los Zopilotes y los Myrmidons en un juego que tuvo que llegar hasta las últimas instancias para encontrar un ganador.
Inicia el vuelo
Los carroñeros fueron los responsables de darle la bienvenida a la primera anotación del juego, irónicamente fue por la vía terrestre gracias al acarreo de Alberto Meza: pero si hay algo que saben hacer los guerreros hormiga es justo eso, atacar en conjunto, como toda una marabunta que arras a todo a su paso. La respuesta fue inmediata y por la misma vía terrestre, siendo Luis Alberto Jaen el encargado de empatar el partido.
Paridad absoluta
Con más enjundia que idea, así se realizaron los ataques de los guerreros y los volátiles. El poco ortodoxo sistema obligaba a errar todos y cada uno de las conversiones. Se dejaba de ser racional y se actuaba más con el coraje y el instinto de supervivencia. La parvada negra retomó la ventaja (TD de Edgar Medina), pero las hormigas no cedían ni retrocedían y nuevamente emparejaban, pero ahora por conducto de su QB, Ricardo Reyes.
De locos
El complemento fue sublime, lleno de drama y suspenso pues cuando alguno se sentía victorioso llegaba el otro e inmediatamente respondía. Basta con ver el doblete de Reyes para que los Myrmidons se pusieran por primera vez arriba en el marcador; gusto que duró un suspiro pues los Zopilotes se crecieron con el par de anotaciones de Roberto Pérez.
El juego llegaba a su fin, los oficiales ya habían anunciado que restaban segundos en el tiempo del juego; pocos, pero suficientes para que los guerreros hormiga (TD de José Tristán) mandaran todo al tiempo extra. Juego gratis, nervios de punta y ningún testigo tenía sus uñas completas. Los griegos ganaron el volado, pero la parvada negra fue quien ganó el juego pues en su primera oportunidad recompusieron el camino y los errores defensivos que ocasionaron el empate para devolver todo a su cauce. Manuel Álvarez fue quien se disfrazó de héroe y dio por concluida una férrea batalla que ha quedado guardada para la posteridad. Enormes.