Los Aztecas CDMX vienen de atrás y, con el triunfo de 19-14 sobre los Head Hunters, ponen la calificación en sus manos

Un inicio nada prometedor, las cosas no les estaban saliendo y el récord inicial de 1-2 ponía todo cuesta arriba para los Aztecas CDMX. Sus juegos, si bien no eran malos, terminan cayendo en errores infantiles que les costaban perder ventajas seguras y terminar con la cara al sol. Su único enemigo, eran ellos mismos.

 Los Head Hunters, por su parte, venían arrastrando la cobija, atrás dejaban la imbatibilidad durante tres juegos seguidos que los ponían como el claro favorito para llevarse de calle a la División II y calificar caminando, sin siquiera despeinarse. Tal vez fue el exceso de confianza o que los rivales querían ser los encargados de bajarlos de su nube y demostrarles que no son invencibles.

Con estos antecedentes, el duelo se convirtió en algo con tintes personales, unos queriendo reivindicarse y otros buscando salir del pequeño bache en el que se metieron. La tribu Dayaca salieron totalmente inspirados, venían con la firme decisión de cobrarle los platos rotos al primero que se les atravesara sin importar quién fuera. Con esa firme convicción llegaron al Velódromo Olímpico y no tardaron en inaugurar el marcador con el TD de Miguel Muñoz.

La triple alianza no veía la suya, la presión de los Hunters era asfixiante y las ideas a la ofensiva eran escasas, casi nulas, puesto que todos los pases eran erráticos y no encontraban un buen destino. Tanto fue el agobio que los oriundos de Borneo presionaron al QB rival hasta lograr que perdiera el balón y lo regresaran a la zona de anotación (doblete de Muñoz). El júbilo y éxtasis era total, el dominio era a placer y todo parecía ir por buen camino, pero faltaba el complemento.

Los Aztecas, aquellos que se habían convertido en su mismo demonio, cambiaron el chip por completo y se empeñaron en recuperar la ventaja perdida. Poncho Zetina y un doblete de Lalo Flores eran lo que necesitaban para quitarse todos los fantasmas, para dejar de perder las ventajas y ahora robarlas en el último suspiro del juego; el cierre fue perfecto para ellos, la defensa se fajó en la hora cero y lograron nulificar a la tribu que lo intentó por todos los medios posibles, pero terminaron con un nuevo descalabro y con un pie fuera de la clasificación.

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