Los Comanches culminan unos Playoffs de ensueño y se coronan al imponerse 26-14 a los Leones Coacalco
El final se acercaba ya, y la tribu esperaba, serenamente. Bastaba con verlos, ellos son así y nos lo han dicho, sinceramente, en un sinfín de ocasiones. En la temporada regular fueron irregulares a más no poder, pero iban a lograr el campeonato tendría que ser sin conocer fronteras, rivales ni situaciones; jugando sin descansar en todo momento; a lo Comanche, a su manera.
Y realmente así lo hicieron, apelaron a su anárquico y poco ortodoxo sistema a prueba de todo: no hubo ningún juego de finales en la que no iniciaran con el pie izquierdo pues la desventaja siempre estuvo presente en la primera mitad de sus tres juegos (comodines, semifinal y final) y ellos no se inmutaban ni se preocupaban por ello, se ocupaban más en dejar que el rival cayera en displicencias y falsas confianzas que terminaban siendo letales.
Dicha forma de ver y entender los juegos por parte de los Comanches provocaba dudas, pues cuando más se divertían venían las anotaciones en contra –TD de Juan Carlos Uribe y Allan Guerrero por parte de los Leones Coacalco-. Parecía que despreciaban lo que ellos más querían, el tazón otoñal, pero hoy sabemos que fueron firmes y afrontaron ser como eran, viviendo y haciendo las cosas (anotaciones de Mario ‘Canti’ Moreno, Daniel Santillanes y un safety) a su manera.
La ventaja llegó rápido para la tribu, ahora solo quedaba aguantar todos los embates que vinieran por parte de la garra del norte, mismos que rugían y lanzaban cualquier clase de zarpazos. Los Comanches sonreían, pero no era una burla; de verdad sentían un enorme respeto por aquel rival que lucía desesperado y con la mirada perdida pues muy en el fondo sabían que ya no había mucho por hacer. Y no podían lamentar nada, hicieron todo lo que estuvo en sus manos y también fueron fieles a sus ideas, se murieron con las mismas y eso es algo irreprochable.
Llegaron las lágrimas y también las risas; hubo triunfos y también derrotas; pero había felicidad en ellos pues siguieron así hasta el final, serán conocidos por su vivir. Ya no había nada más por hablar, ni qué decir, tampoco recordar ni mucho menos fingir. Los Comanches lo habían hecho, culminaban el juego propinando el tiro de gracia (nuevo TD de Santillanes) y dejando en claro que este campeonato fue por seguir hasta el final con su inequívoca estrategia, la tribu lo había hecho, a su manera.