Los Búfalos cierran la temporada regular en lo alto de la División II B al vencer 20-12 a los Air Force

Con panoramas totalmente opuestos, uno en búsqueda del milagro y otro queriendo reafirmar que son los candidatos y favoritos al título, así llegaron los Air Force y los Búfalos, respectivamente, a su último cotejo. Pese al diametralmente opuesto presente que tienen ambos, ningún resultado estaba garantizado pues los excesos de confianza están a la orden del día, así como la anarquía que pueden tener aquellos que no tienen nada que perder.

Sonaron las alarmas
El inequívoco sonido del peligro se hizo presente en el Velódromo Olímpico; las sirenas, esas que alteran y prenden las alarmas en todos aquellos que las escuchan, anunciaban un nuevo ataque en contra de su batallón. Esta vez se trataba de una enorme estampida provocada por los gigantes americanos, mismos que lucían más grandes de lo normal, con un tamaño titánico y de fuerza descomunal. No quedaba de otra, era pelear o morir en el intento.

Las naves despegaron y los bombarderos se hicieron presentes para descargar gran parte de su arsenal en las gigantescas bestias. El efecto era de poco a nulo pues su gruesa piel repelía cualquier intento de agresión, pero bastaba con ser constantes y enfocarse en un mismo punto para que el ataque fuera fructífero (TD de Hunab Gutiérrez), aunque los Búfalos no iban a quedarse tan tranquilos y menos después del agravio pues respondieron inmediatamente (anotación de Ulises Rodríguez).

El escuadrón de los Air Force veía poco a poco como las barreras cedían, una a la vez; era complicado que siguieran en pie por lo que solo quedaba un último recurso: el ataque kamikaze. No había otra opción, el pensarlo no era alternativa así que no hubo espacio para la duda, todas las naves se formaron en una sola para dejar todas las municiones en la amenaza cuadrúpeda y, una vez terminadas, estrellarse directamente en contra de ellas.

Al principio fueron ganando terreno (acarreo y TD de Bernardo Molina) y parecía que la drástica medida tendría el efecto deseado sin tener que recurrir a tantas bajas, pero llegó una nueva e inesperada oleada de los gigantes americanos que sepultó cualquier tipo de esperanza por parte de los bombarderos (doblete de Uli Rodríguez y uno más de Víctor Esquivel), borrando así cualquier rastro de existencia de los Air Force. Ha llegado una fuerza imparable y no piensa detenerse hasta llegar a su objetivo: el tazón.

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