Los Jugosos entregan la corona y se despiden del certamen primaveral al perder 32-18 ante los Cachorros

Muera el rey, viva el rey. El idilio naranja que se tuvo desde el otoño pasado ha quedado justo en eso, en un grato y dulce recuerdo para los Jugosos quienes vieron frustrado su intento por dar la campanada y lograr el bicampeonato. Ahora esa ilusión se quedará guardada para otra ocasión y se conformarán con ver el pase de estafeta y honrar al siguiente soberano.

Y algo curioso es que cayeran ante un equipo con el nombre de Cachorros, como si de verdad se diera el paso a la nueva generación, a la nueva sangre que depura y refresca el nivel pues obliga a que todos redoblen esfuerzos pues nadie quiere caer ni ceder ante el novato. Campeón vigente contra el chico nuevo del pueblo que viene con hambre y sed de triunfo. Mi madre, lo que fue el encuentro entre ambos.

La presión estaba del lado naranja, ellos eran los obligados y claros favoritos por el pasado reciente y, para ser francos, es difícil hacerla tu aliada y sacar lo mejor de ella para seguir adelante. Es tan caprichosa que te puede hacer una mala jugada y atentar en tu contra. Es así que los Cachorros aprovecharon dicha situación para adelantarse en el marcador con dos anotaciones realizadas en el primer episodio del partido.

Los campeones defensores no iban a quedarse de brazos cruzados ni ver como se les iban sus intenciones de defender su corona a toda costa; es así que se olvidaron del letárgico inicio que mostraron para poner los números parejos con las anotaciones de Gabriel de la Torre y Eduardo Méndez. Los suculentos comenzaban a sacar jugo y llenar sus arcas, pero la nueva sangre no iba a dejar que aquellos tomaran confianza y pronto regresaron todo a su favor con un nuevo TD.

Una sola posesión era la diferencia, la tensión crecía conforme avanzaban los minutos y las defensivas hacían su respectiva chamba para mantener todo en su lugar. Los Cachorros rompen la inercia e ingresan nuevamente a las diagonales; los Jugosos no se achican y se ponen una vez más a tiro de piedra (doblete de Méndez), pero los cánidos ya eran mucho más en el juego, actuaban como amos y soberanos del emparrillado y no dudaron en tumbar al rey actual con una nueva anotación para dar la sorpresa y alzar la mano para ir por el trono de la División II-A.

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