Con marcador de 31-0, Los Silverbacks dan catedra a la ofensiva al blanquear a los Coyotes Toluca.

Los mares de las playas se van, se tiñen los colores de gris ¡Hoy todo es soledad! No hubo forma, argumentos, indicios de reacción, nada. No hubo aullidos paralizadores y estremecedores, se quedaron guardados para otra ocasión porque el rugir del Silverback fue el más imponente e implacable para los Coyotes, no habían escuchado nada así antes.

No se si vuelva a verte después… La curiosidad fue tanta para ‘El Aullido carmesí’ que no dudo un instante en acercarse sigilosamente hasta donde se hallaba el ‘Macho Alfa’ de la manada; craso error. La pata del canino pisó una hoja seca. El notorio sonido provocó la atención del gorila y la reacción inmediata de las golondrinas que posaban tranquilamente en las copas de los árboles, quienes se disponían a emprender su largo vuelo de migración, como si aquello presagiara el final.

No se que de mi vida será… El pensar rondó por la cabeza de los Coyotes, no sabían en la que se habían metido, desconocían si lograrían salir vivos de ahí, todo eso mientras veían a la bestia del lomo plateado acercarse para dar los primeros dos golpes. Las anotaciones de Paul Arias y Héctor Velasco (ambas por pase de Pablo Aguilar) fueron la entrada a un callejón sin salida para los toluqueños.

Hoy quiero saborear mi dolor… Aunque en el fondo pedían compasión y piedad. Los Coyotes asumieron el castigo que provocó su curiosa osadía, por más que intentaran sacar las garras y afilar los colmillos, era mucha la diferencia entre ambas fieras. ‘El Aullido carmesí’ pronto sonó como un lastimoso chillido que clamaba paz.

Francisco Barajas y un nuevo TD de Velasco fueron los encargados de poner la cereza en el pastel de los Silverbacks y concretar así su blanqueada. El Coyote regresó a casa, herido en su orgullo y lastimado en su juicio, quienes lo vieron no pudieron evitar llamarlo el triste, que siempre hablaba de su encuentro con el temible gorila. La historia de su pelea, al menos para los caninos, quedó grabada para la eternidad.

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