Los mexiquenses le dan la vuelta al marcador y mantienen su paso perfecto al vencer 25-18 a los Dragones.

Una de las deidades se rebeló contra su pueblo, se olvidó de las ofrendas y sacrificios que ha recibido a lo largo de todos estos años y atacó sin piedad ni misericordia. El regidor del oeste, El Dragón Azteca, descendió a tierra de mortales para terminar con sus propias creaciones, sus descendientes, su raza que tanto defendió.

El Imperio tenochca’ no daba crédito a lo que veía, la serpiente emplumada había descendido, pero no traía luz y sabiduría, sino muerte y destrucción. Los Aztecas sabían que enfrentar a su dios era una afrenta imperdonable, nadie jamás los había desafiado pues el respeto a las divinidades era ley, un pacto inquebrantable, un honor.

Pese a todo, la misión era sencilla, vencer o morir, no quedaba de otra. El pueblo se organizó y atacó primero al Dragón (TD de Rodrigo Vega e Iván Córdoba), sabían que no era lo idóneo, incluso estaban conscientes de que aquello significaría su perdición, pero no iban a entregar su patrimonio sin antes haber peleado.

Quetzalcóatl enfureció, su ira lo cegaba y no perdonó a sus veneradores quienes sufrieron en tres ocasiones consecutivas sin tener oportunidad de dar respuesta. Tres golpes fulminantes (TD de Javier Vargas, Louis Cruz y Guillermo Arévalo) que terminaron con todos los civiles que habitaban las tierras aztecas. La milicia de Ojo de Agua miraba incrédula, anonadada… furiosa, clamaba venganza.

El rugir de todos los guerreros Aztecas llamó la atención del Dragón que inmediatamente se abalanzó contra ellos, lo que no sabía es que iba directo a su fin. Una emboscada perfectamente planeada que cumplió su objetivo con la intercepción y posterior TD de Aarón Varela y más el remate de Córdoba que firmaba su segunda anotación del partido y, con ello, la derrota de su deidad…

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