Los Jokers toman por asalto la cima de la División II y blanquean 25-0 a unos inoperantes Head Hunters

Cuando el murciélago no está presente, los payasos hacen fiesta. Ponen a toda gótica de cabeza y no solo eso, sus locuras son tales que prefieren expandir su reino de terror e invadir tierras hostiles. Después de todo, no existe la lógica ni la cordura en su ser y el ir a retar a una tribu que se caracteriza por cortarle las cabezas a sus rivales, resulta una idea bastante tentadora.

Bien lo dicen en una de sus líneas más famosas: “verás, la locura es como la gravedad, a veces solo necesitas un empujón” y fue justo esa acción la que los orillo a visitar la isla de Borneo y conocer a la tribu Dayaca, los afamados Head Hunters que venían invictos, pues todos los rivales que osaban enfrentarlos terminaban con su testa clavada en una lanza. Ese era el escalofriante cartel de bienvenida, pero a los Jokers solo los motivaba a seguir avanzando con sus frívolas intenciones.

Y sin mediarlo, sin razonarlo, sin pensar en nada mas que en el caos que estaban por concebir, así llegaron los príncipes payasos del crimen, derrochando pólvora y fuego, como si las municiones fueran infinitas. A decir verdad, las balas no daban a ningún rival, pues solo se disparaba sin tener un claro objetivo hasta que aparecieron las miras de Jorge Martínez e Isaac Urbina quienes lograron dar en el rival y llegar a la zona prometida con sus anotaciones.

Los Dayacos no sabían cómo replegar el ataque de los Jokers, jamás habían recibido algo similar y era difícil contener lo desconocido. Víctimas del caos, los Head Hunters comenzaron a gritar y lanzar todo lo que tenían a su alcance, pero nada funcionada, nada llegaba a buen destino y solo se desgastaban en vano. El miedo, aquella palabra que era desconocida para tribu, al fin tenía un significado.

La isla estaba en llamas, las risas eufóricas de los príncipes payasos del crimen eran lo único que sobresalía en el ambiente que lentamente quedaba en cenizas. Los sobrevivientes de la tribu huyeron a tierras altas, dejando atrás a un gran número de compañeros que habían dejado su vida por defender a los suyos. Dos anotaciones más de aquellos que trajeron el caos (Urbina y Moisés Zea), daban el tiro de gracia a los escasos Dayacos que aún batallaban por su raza. Pese al resultado, algo nos dice que la historia entre ambos no ha terminado… ¿Será? 

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