La malaria termina y las Orcas logran levantar el ansiado Tazón de la División III al imponerse 26-19 a los Tigers Xtreme

Tantas noches de terror, tantos sinsabores, tantas tragedias, lágrimas y tristezas acumuladas en estos años por fin llegaron a su fin. Se hizo lo impensable, lo que no creíamos ver, muchos tuvimos que pellizcarnos, tallarnos los ojos con fuerza o recibir un par de bofetadas para comprobar que no se trataba de un sueño ni temas de multiversos. Nada de eso, la revolución al fin les hizo justicia a las Orcas y por fin levantan el ansiado trofeo de campeón.

Y aquí entra el tan cacareado debate que, sin importar el tiempo ni el deporte, no pierde vigencia: ¿era justo? los ganadores dirán que es irrelevante, ganaron y punto y de eso se trata, de llegar y triunfar, no de ver en qué posición se termina ni si era algo merecido. La otra cara de la moneda fue hace un par de temporadas, cuando llegaban con todo a su favor, con la etiqueta de favorito al título y los claros vencedores del Tazón, pero se quedaron solo con la miel en los labios, viendo como el oponente se quedaba con la gloria ¿ahí fue justo?

Hablando del presente, sus rivales, los líderes de la División III, los Tigers Xtreme -que estrictamente hablando quedaron en segundo lugar, pero con el mismo récord ganador-, llegaban a la cita con los momios a su favor. Todas las casas de apuesta los daban como favoritos porque varios factores se conjugaban para que así lo fuera, en especial la parte del rival que tenían enfrente ya que, se sabe, hay ciertas cuestiones del pasado que es difícil dejar atrás.

Pese a todo, hubo respeto. Tanto los cetáceos como los felinos se dedicaron a estudiarse durante el primer episodio en el que no se hicieron daño. El temor a equivocarse, ese desgraciado sentir llegaba a los dos equipos y sabían que el primero que lo hiciera lo pagaría caro. Cantado vale doble y así fue, un balón suelto de las bengalas extremas les dejó la mesa puesta a las ballenas asesinas para inaugurar el marcador por conducto de Yussel Aguilar. Una vez roto el cero, la tensión desapareció y los dos equipos se dedicaron a lo que nos acostumbraron: un gran número de anotaciones.

Los Tigers, ni tardos ni perezosos, empezaron a mover sus piezas y cambiaron su constante y errático ataque terrestre por la vía aérea; el resultado fue inmediato con el bombazo de Ricardo Moya que encontró destino favorable en las manos de ‘el maestroKarin Mendieta para entrar a las diagonales. Había juego y también una pronta respuesta de las Orcas que se fueron al complemento con ventaja gracias al TD de Miguel Ángel Canales.

La confianza de los cetáceos era brutal, sabían que este era su momento y no tendrían otra clara oportunidad de quitarse la malaria, el título de favoritos no era suyo y los hacía jugar con mayor libertad en el emparrillado, para muestra bastó el nuevo TD de Yussel y una sonrisa de oreja a oreja que se dibujaba en todas las ballenas asesinas. Sin errores, así debían jugar, pues uno solo era suficiente para minar todo lo que habían conseguido y traer nuevamente a los fantasmas del pasado.

Y como si fuera una terrible coincidencia, otro balón suelto fue el que detonó todo pues los felinos lo convirtieron en dos TD (Manuel Torres y doblete de Mendieta) y se pusieron a tiro de piedra, a un solo punto de distancia. Pero hoy no, la noche era perfecta para exorcizar a todos los demonios de antaño, a esos fantasmas y duendes perversos que fueron enviados al más allá con el triplete de Yussel, terminando al fin con la sequía y trayendo la gloria a unas Orcas que lo buscaron tanto y por tanto hasta que la vida les dijo “¡Ay ya!, tengan, es suyo”.

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