El oriundo de Wakanda triunfa en el duelo de felinos y mantiene su racha perfecta al vencer 20-14 a ‘La bengala extrema’.
Hace tiempo existía un programa en el que -de forma hipotética, claro está- se imaginaban que pasaría si se enfrentaran ciertas especies de animales entre sí, haciendo recreaciones a computadora y con modelos robóticos esperando que su elegido saliera airoso. Pues, nosotros también lo tenemos, en forma de boxeadores que representan al Tigre y a la Pantera, una vez más la realidad supera a la ficción ¿Quién ganó? ¿Cómo fue? Pues…
Round 1. No dejes de ver mis rayas.
Son hipnóticas, son hermosas y atractivas para el ojo humano. Uno puede perderse en su belleza y caer rendido ante ellas. Es el arma principal del llamado Tiger, mismo que sabe aprovechar a la perfección pues, ante el primer descuido del rival, ataca de forma feroz e inmisericorde, basta ver que dieron el primer zarpazo para colgarse el primer asalto.
Round 2. Aliado de la oscuridad.
Si bien la Pantera terminó cediendo ante la imponente envoltura de ‘La bengala extrema’, es bien sabido que la noche es su territorio, su pelaje aperlado le da el perfecto camuflaje para ser uno mismo con las sombras. Sigiloso y preciso, un auténtico asesino ninja que sabe regresar la cortesía y atacar en el momento justo. La pelea estaba empatada.
Round 3. ¿Por dónde llegó?
Una vez adaptado a su ambiente, el Wakandiano anduvo cual pez en el agua, jugando como un gato con el ratón que está por devorar, desesperando al Tiger que no lograba conectar ningún golpe y, por el contrario, todos los ataques entraban de forma directa (Dos TD de Hugo Sandoval) y no veía venir la dirección de los mismo. El felino rayado estaba en peligro.
Round 4. Tardía reacción.
Mucho tiempo tardó ‘La bengala extrema’ en que sus ojos se adaptaran a la tenue iluminación del Gimnasio Gerner. Valió la pena, claro pues inmediatamente atacó con todo lo que había en su repertorio hasta dar con la humanidad del Pantera (TD de Juan Labastida), pero el esfuerzo no fue suficiente, el tiempo se había agotado y no quedó más que aceptar la derrota, esperando que el siguiente encuentro sea en otro tipo de condiciones.