En vibrante juego, Oklahoma se lleva la Div. III y manda a los Piratas a la ronda de comodines al imponerse 26-24
Los dos equipos ya estaban en la antesala de los tazones, ambos estaban invitados a la fiesta y la duda principal era ver quien se quedaría con el único boleto VIP que quedaba disponible (el otro se quedó en manos de los Black Demons). Tanto Oklahoma como Piratas eran los únicos que podían disputarse el lugar de honor y la mejor forma de resolverlo era enfrentarlos en la última semana.
La mesa estaba puesta, la comida servida y solo quedaba disfrutar del banquete que estaban por ofrecernos ambos conjuntos quienes no se guardaron absolutamente nada, el talento se repartió a raudales y todos hicieron lo propio para que los asistentes se sirvieran con la cuchara grande. Y vaya que así fue. La marea roja repartió los bocadillos (TD de Fernando Plata) y los amos y señores de los siete mares ofrecieron las bebidas cocteleras (TD de Alejandro Castro).
Las fricciones por demostrar quiénes eran los mejores anfitriones no se hicieron esperar y la disputa empezó porque no se definía cuál sería el licor a servir, pues los Piratas, fieles a su estilo, optaban por el ron, mientras que la marea roja optaba por el vino. Entre copas y alegatos nos pasamos al intercambio de palabras y manotazos. Golpes de cada lado con mejores dividendos para los dueños del mar quienes pegaron en dos ocasiones (TD de Fernando Díaz y doblete de Castro), por uno de Oklahoma (Toño Ayala).
El evento había dejado de ser familiar, aquello era una oda al caos, una imagen digna de cualquier gresca en la que se disputan los terrenos de la abuela. El terror de los siete mares ya tenía los papeles en su poder y se aferraba a ellos como el empleado godín a su aguinaldo, pero la marea roja era brava y ni de chiste se iba a quedar con los brazos cruzados y con un par de bofetadas (TD de Yussel Arellano y Scrappy Sánchez) los aturdieron para poder recuperar el botín.
La gloria era suya, los ansiados (y probablemente inexistentes) terrenos de la abuela eran suyos, hubo baile de la victoria mientras sonaba We are the Champions como fondo musical, brindis, vituperios y hasta pirotecnia. Los Piratas aprovecharon el exceso de confianza de los rojos e intentaron arrebatarles el tesoro una vez más (triplete de Castro), pero se quedaron cortos. Oklahoma sufre de más, pero avanza directo. El terror de los mares, por una escala más.