Los Myrmidons toman por sorpresa al navío de los Piratas y, con victoria de 12-0, logran hundirlo para buscar el campeonato
Una oda, una epopeya, algo que será contado por juglares, heraldos y demás pues los Myrmidons han hecho la chica y han dejado en el olvido lo que hubiera sido la Final soñada y ansiada entre los primeros dos de la División II-A. Los Spartans ODA habían hecho la tarea al dejar en el camino a los sorpresivos Cachorros, por lo que solo restaba que los Piratas, a bordo de la legendaria barcaza de ‘el indómito’, cumplieran el pronóstico.
Del dicho al hecho o uno propone, Dios dispone, llega el diablo y lo descompone. Esos viejos refranes quedarán retumbando en la cabeza de los corsarios que se sentían triunfadores, que venían solo a firmar el boleto que los acreditaba como los finalistas de su categoría. Llegaron entre porras y cánticos por esa fiel afición que no los deja ni los abandona, que viaja con ellos y alienta en todo momento con el tradicional grito de “Piratas… Oyoyoy”. Tenían todo, tenían.
Cerrado, realmente tenso para ambos equipos que buscaban hacer daño de una u otra forma, por aire, por tierra incluso con castigos, pero ninguno lograba descifrar la clave que abriera el cobre del tesoro. Hubo roscas para los dos en la primera mitad y todas las emociones, pólvora, cañones y demás quedaban listos para disparar en el complemento.
Y así fue cuando vino la sorpresa, el indómito se batía con todo, los Piratas se defendían con alma vida y corazón y también ocasionaban bajas en las barcazas de los guerreros hormiga. Fue entonces que el clima les favoreció a los griegos; una densa neblina se hizo presente y los ataques cesaron. Ambos, imposibilitados para ver, debían confiar en su instinto y basarse solo en eso. Silencio sepulcral, incluso se dejó de escuchar el choque de las olas hasta que sonó el inconfundible sonido del choque de lanzas y escudos.
La flotilla de los Myrmidons se había duplicado; ellos, siendo unos conocedores y expertos en la batalla, sabían que la neblina los ocultaría hasta acercarse a sus rivales y, con ello, aprovechar la superioridad numérica para terminar de una vez por todas con las aspiraciones y la fiesta que recién intentaban iniciar los corsarios. El terror de los siete mares conocía por primera vez la definición de esa palabra.
Con las anotaciones de Jair Tristán y Ricardo Reyes, los guerreros hormiga sepultaron cualquier esperanza e intento de reacción por parte de los Piratas, mismos que aguantaron estoicos e intentaron responder con lo que tuvieron a su alcance, pero ya no había pólvora y el indómito naufragaba lentamente. Antes de yacer en el fondo del mar, los Myrmidons aseguraron haber escuchado una última vez su eterno grito de guerra “…Oyoyoy”. Se viene la madre de las finales: la élite militar vs los guerreros hormiga. Mi madre, lo que será eso.