Black Thunder elimina a los Toritos Texcoco quienes ligan su cuarta derrota al hilo, ahora por 24-12
El partido era de matar o morir para los oriundos del Estado de México, no se tenía margen de error, no había mañana puesto que solo la victoria los mantendría con (ligeras) esperanzas de esperar meterse a la postemporada y lograr llegar al ansiado partido. La misión lucía compleja, más por el férreo rival que se tenía enfrente pues enfrentar a los herederos de Thor sería como coquetear con la catrina.
A los Black Thunder no les importaba el presente de los Toritos Texcoco, ellos sólo estaban preocupados por lo que tenían que hacer, ganar y seguir con las esperanzas intactas puesto que la división es gobernada por dos invictos: Carneros y Aztecas ODA, quedando los demás boletos para seis equipos que pelean cada semana como si fuera la última, cosa que, de hecho, lo es. Siendo esta la situación, aprovecharon la primera oportunidad que tuvieron para irse al frente con el TD de Edgar Oliveros.
El panorama lucía negro para los pequeños bravíos quienes cada vez mas veían lejana la orilla mientras la marea subía lentamente, impidiendo llegar sanos y salvos al destino prometido. Pero el instinto de supervivencia se hizo presente y lograron anotar por la vía terrestre gracias al RB, Ramiro Domínguez. El toro buscaba regresar al ruedo una vez más pero enfrente estaba un matador que hacía nuevamente hacía una faena de antología (TD de Rodrigo Urrutia).
El drama era inevitable, ninguno hizo nada relevante en el tercer cuarto y todo fue reservado para el último episodio del partido. Los Toritos Texcoco sabían que estaban en problemas, que necesitaban acercarse una vez más en el juego, pero tanto ímpetu les jugó en su contra pues los Thunder les repetían la dosis y daban una estocada casi letal con la anotación de Kevin Jaimes.
El pequeño bravío bufaba cansado, la mirada se perdía lentamente, estaba dejando alma y vida en el emparrillado y logró mandar por los aires a su verdugo con una tremenda embestida (TD de Raziel Chávez); pero ahí quedó todo, el toro estaba echado, ya no quedaban fuerzas para levantarse, las patas no respondían y solo quedaba esperar el cruel desenlace. Oliveros fue el encargado de dar el cerrojazo final con su anotación y hacer los honores con el arrastre de un memorable rival que lucho hasta el último aliento.